domingo, 18 de mayo de 2014

La melancolía en Las Horas

La melancolía según Freud se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, en el que cede el interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio.
El melancólico muestra una extraordinaria disminución de su amor propio, es decir un empobrecimiento de su yo. El enfermo de melancolía describe su yo como indigno de toda estimación; se reprocha ser así, se insulta a sí mismo, se humilla ante los demás y compadece a los suyos por tener que estar con él. Otros síntomas de la enfermedad son el insomnio y el rechazo a alimentarse.
De nada sirve que las personas que lo quieren se empeñen en llevarle la contraria al enfermo intentando levantar su autoestima. La autocrítica de éste hacia sí mismo y el descontento que muestra con su persona es exagerado y no se corresponde en absoluto con la realidad. Hay un total empobrecimiento del yo.
El melancólico se hace sufrir a sí mismo de una forma sádica y en su autocastigo atormenta a los que ama. Este sadismo desemboca en muchas ocasiones en la tendencia al suicidio lo que hace muy peligrosa a la enfermedad de la melancolía.
Estas características las encontramos en los personajes de la película Las Horas analizados anteriormente.
Dos de las tres protagonistas –Virginia Woolf y Laura Brown- muestran un estado de ánimo muy empobrecido y doloroso. La primera a consecuencia de la enfermedad que padece y la segunda debido a la crisis existencial que padece. Se consideran a sí mismas indignas de vivir y consideran que su sufrimiento y el de los demás terminaría si acabaran con su vida (suicidio). Virginia Woolf se suicidará después de haberlo intentado dos veces y Laura Brown romperá con su pasado huyendo eligiendo “la vida sobre la muerte”.
También se manifiestan signos de depresión en el personaje de Richard, el escritor, provocada también por la enfermedad y por sus problemas afectivos arrastrados desde la infancia, lo que le conducirá también a suicidarse.
Y finalmente, en Clarissa no se dan en principio las características propias de la melancolía pero su estado es tan frágil que sin darse cuenta puede llegar a traspasar la línea que separa el estado patológico melancólico del estado mental normal. Aunque al final logra superar esta tristeza, y se encamina en una vida feliz.
Por tanto, después de ver la película llegamos a la conclusión final de preguntarnos:
Al aguantar una vida que no elegimos, que no queremos y que no estamos dispuestos a soportar ¿no es peor que morir?

Las horas nos ofrece la oportunidad de seguir encontrando y explorando la profundidad de la naturaleza del ser humano.  Además, la música de Philip Glass es un hilo conector de los tres distintos tiempos (épocas) y enfatiza las emociones de cada personaje. La fotografía de Seamus McGarvey se enmarca en escenarios de sobria elegancia y falsa realidad. Y la cámara, con Stephen Daldry al mando, en estado de gracia consigue pasearlos y pasearnos (reparto y audiencia) por sus pesadillas y angustias, como si fueran/fuéramos marionetas de la vida.

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